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General Policiales

Identificaron al joven NN enterrado en un chalet al lado de donde vivió Gustavo Cerati

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Diego tenía 16 años y estaba desaparecido desde 1984. Iba a la ENET N° 36 y jugaba al fútbol en Excursionistas. Ahora investigan su vínculo con la familia en cuyo jardín fue enterrado, en Congreso 3742. Allí lo encontraron el 20 de mayo obreros de una obra lindera, en los terrenos de una casa que habitó el líder de Soda Stereo.

El jueves 26 de julio de 1984, Diego (16) volvió del colegio al mediodía, almorzó con su madre y luego le pidió plata para el colectivo porque iba a lo de un amigo. La mujer no le preguntó a quién iba a ver. Diego- su apellido no se publica para resguardar a su familia- era un pibe responsable.

La última vez que alguien lo vio con vida fue esa tarde en la esquina de Naón y Monroe, en Belgrano, a pocas cuadras de su casa. Cuando a las 20.30 sus padres no tuvieron noticias de él, fueron a la comisaría 39, pero no les quisieron tomar la denuncia. «Se fue con una mina, ya va a volver», les dijeron.

Pero Diego no volvió. Su familia intentó llegar a los medios de difusión, lo buscaron con cientos de panfletos. Solo lograron que les hicieran una entrevista en la revista ¡Esto! -que editaba el diario Crónica-, ejemplar que quedó guardado en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional.

 «La Policía dice que tiene tres mil casos iguales. Y fíjese qué absurdo: desde el primer momento lo caratularon ‘fuga de hogar’. Yo protesté y ¿sabe qué me dijeron? Que así estaban impresos los formularios. Me negué a eso, pero como si nada. ¿Qué quiere que investiguen si ya dan por sentado que él se fue, no me que me lo robaron», le dijo a la periodista de la revista ¡Esto! Juan Benigno, el papá de Diego, a los dos años de la desaparición.

 La nota en la que los padres contaron su pesadilla.La nota en la que los padres contaron su pesadilla.

Cuarenta años después, de pura casualidad, lo que quedaba de su cuerpo fue encontrado por unos obreros a los que se les derrumbó una medianera en la obra en la que trabajaban en el barrio de Coghlan.

La obra se estaba levantando sobre el terreno de una casona donde entre 2002 y 2003 vivió Gustavo Cerati. Ese detalle -aunque no tuviera que ver en sí con el cuerpo- ayudó con su difusión y, en gran parte, en resolver el misterio cuya investigación quedó en manos del fiscal Martín López Perrando.

Aplicado, Diego jugaba al fútbol en el club Excursionistas, de Belgrano. Entrenaba todos los días, menos los jueves. Iba a la Escuela Nacional de Educación Técnica (ENET) N° 36 y llevaba su uniforme cuando desapareció, pista detectada por los investigadores al mando de López Perrando.

Cuando se lo tragó la tierra, sus padres conservaron su cuarto intacto. Diego tenía dos hermanos, un hombre y una mujer, que ahora fueron los encargados de darle la noticia a su madre.

Tapa de la Revista ¡Esto! donde se contó el caso.Tapa de la Revista ¡Esto! donde se contó el caso.

Fue un sobrino el que ató cabos luego de ver la noticia sobre el hallazgo de un cuerpo en una casa lindera a la que había ocupado el músico Gustavo Cerati. Los datos del NN que se iban conociendo -edad, vestimenta, sexo contextura- lo fueron convenciendo que tal vez se trataba de su tío Diego. Y no se equivocó.

Una prueba de ADN determinó sin lugar a dudas que los 150 huesos encontrados en el jardín del chalet de avenida Congreso 3742 eran los de el adolescente desaparecido en 1984.

El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) le tomó una muestra a la madre que dio un match perfecto. El padre de Diego – dedicado al venta de repuesto de autos- ya no vive. Murió en un accidente de transito. Estaba convencido de que a su hijo lo había secuestrado una secta.

 Aunque todo indica que el crimen está prescripto, ahora al fiscal López Perrando le queda la trabajosa tarea de tratar de reconstruir lo que pasó. Y seguramente el primer paso será citar a los dueños del chalet donde apareció el cuerpo y que vivían allí en 1984. Se trata de una mujer ya muy anciana y de dos hijos, una mujer y un varón de apellido Graf.

El caso

El caso de los restos óseos encontrados de casualidad el pasado 20 de mayo por un grupo de obreros de la construcción, en Coghlan, sumó detalles escabrosos: según determinaron los especialistas del EAAF, el adolescente recibió un puntazo mortal que dejó su marca en la cuarta costilla derecha.

Los objetos que estaban entre los huesos.Los objetos que estaban entre los huesos.

Además, una vez muerto, el o los atacantes quisieron descuartizarlo usando algún tipo de serrucho. Lo intentaron –de acuerdo a las marcas que quedaron en los huesos de sus brazos y piernas–, pero no pudieron.

Un detalle para nada menor es que la fosa donde estaba enterrado el cuerpo tenía muy poca profundidad: unos 60 centímetros. Para los investigadores, esto indica claramente que fue cavada con descuido y apuro. Eso explicaría, también, por qué se dejaron con el muerto objetos que podrían llevar a su futura identificación.

Un corbatín de colegio y una ficha de casino encontrados con el cuerpo.Un corbatín de colegio y una ficha de casino encontrados con el cuerpo.

En total –según el informe de la Policía Científica de la Policía de la Ciudad– se encontraron 150 fragmentos de hueso. También una suela de un zapato de un calzado número 41, lo que parece un corbatín azul de colegio muy gastado, un llavero naranja con una llave y un reloj Casio con calculadora fabricado en Japón en 1982.

Pero lo más raro, en este caso ya de por sí raro, es una moneda de 5 yenes que al principio fue confundida con «un dije con inscripciones en idioma extranjero». Aparentemente, por esa época los jóvenes la usaban al cuello como adorno y amuleto.

El reloj Casio CA-90, clave en el caso.El reloj Casio CA-90, clave en el caso.

Los restos de Diego fueron encontrados por los obreros que trabajaban en el terreno que quedó tras una demolición en Congreso 3748. Allí había una casona en la que vivieron la artista Marina Olmi –hermana de Boy Olmi– y el músico Gustavo Cerati. El líder de Soda Stereo la alquiló entre entre 2002 y 2003.

Estaban levantando una pared –donde siempre había solo una ligustrina como única separación–, cuando desde el jardín del chalet de Congreso 3742 hubo un desmoronamiento y quedaron expuestos los huesos.

Ese 20 de mayo empezó a develarse un misterio que llevaba cuarenta años enterrado. Pero aun falta gran parte de la historia, falta saber quién mató a Diego, y por qué.

 (Fuente: Clarín)

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